miércoles, 29 de abril de 2009

La alegría de ver y entender es el más perfecto don de la naturaleza. Albert Einstein.

Muchas veces me embobo observando a la gente. A veces en un bar, o cuando no hay nada mejor que hacer, y leer marea, en el metro o el autobús. Y otras, para hacer un descanso en el estudio, he mirado por la ventana como jugaban unos niños en el parque (qué envidia cambiar su balón por mi libro de oposición) o como mi vecino daba el tiempo a todos los que pasaban por la calle “Va a hacer un buen día”. No era difícil acertar esta predicción un día de agosto en La Mancha.

Un día como hoy, 29 de abril, pero en 1980 moría con ochenta años Sir Alfred Joseph Hitchcock, considerado como el maestro del suspense. Aunque nunca recibió un Oscar competitivo, en 1968 recibió un Oscar Honorífico a toda su carrera. Imposible es hacer aquí un recorrido por todas sus películas; por la bandadas de "Los pájaros" que acechaban a Tippi Hedren; por el vuelo de la avioneta que peinaba, al tiempo, un campo de maíz y el flequillo de Cary Grant, un hombre con “La muerte en los Talones”; por la cuchilladas sonoras de un Anthony Perkins con “Psicosis”; por la torpeza del inexperto asesino Paul Newman detrás de la “Cortina Rasgada”; o por cada una de las historias cortas de “Alfred Hitchcock Presents”, una de las series de televisión más exitosas de los EE.UU, donde se grabaría en la memoria colectiva la silueta de Hitchcock, diseñada por el mismo y la música que le identificaría a partir de ese momento.



Voy a detenerme en dos películas que me sorprendieron gratamente. La primera es “La Soga”, para no cerrar los ojos ni un momento ya que la película está rodada en una sucesión de tomas-secuencias. Hitchcock pretendía rodarla en tiempo real en una sola toma, pero las cámaras sólo podían grabar 10 minutos seguidos y se vio obligado a realizar varios cortes. En cada fin de rollo de la película se hacía pasar la cámara por detrás de un lugar oscuro, como las chaquetas de los personajes, para disimular el cambio, para engañar a la vista. Y en la genial “La ventana indiscreta” dónde un fotógrafo, James Stewart, recluido en su departamento debido a una pierna escayolada, se dedica a mirar por la ventana y hacer conjeturas acerca del comportamiento de sus vecinos de enfrente. Este fotógrafo espía valiéndose de toda herramienta a su alcance. Claro que esas ventanas sin persianas ni cortinas (al salir de España nos puede sorprender esta ausencia) ayudan al mirón.



El paseo del Miradero en Toledo, lugar desde el cual se mira hacia la vega del Tajo, se asienta en una zona enclavada sobre la antigua muralla. Fue creado en 1575 y su principal reforma fue efectuada en 1887, en la que ganó mucho terreno y fue arbolado y ajardinado.





















En los años 70 se acabó con el paseo para edificar una galería comercial subterránea, que acabó con el concepto del Miradero como lugar de encuentro diurno y al aire libre para pasar a ser lugar de reunión nocturna y a cubierto. Allí se instalaron multitud de bares y discotecas. El mes pasado, tras siete años de obras, el miradero volvió a recuperar su antigua imagen. Así se ve ( o al menos así lo vi yo ayer) el nuevo miradero, como un pequeño jardín urbano (no sé si el más pequeño de Europa):



Hitchcock aportó al cine un nuevo punto de vista y con estos ojos nuevos detrás de la cámara vio grandes escenas, como la del indiscreto mirón de la ventana. Desde El Miradero se puede tener una gran amplitud de miras, abarcándose de un vistazo todo el horizonte. Son dos buenas formas de mirar. Pero “Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos.” Antoine de Saint-Exupéry.

lunes, 13 de abril de 2009

Una buena vida es aquella inspirada por el amor y guiada por la inteligencia. Bertrand Russell.

Todo el mundo duerme, más o menos, eso sí. Es un estado de reposo uniforme del organismo. Muchos sueñan mientras duermen, aunque no recuerden lo soñado. Algunos, como yo, sueñan despiertos, inventando situaciones futuras o cambiando algunas pasadas. Pero sólo un grupo reducido convierten sus sueños en anhelos y emplean toda su vida en conseguirlos.

No dormía; vagaba en ese limbo
en que cambian de forma los objetos,
misteriosos espacios que separan
la vigilia del sueño.

Las ideas que en ronda silenciosa
daban vueltas en torno a mi cerebro,
poco a poco en su danza se movían
con un compás más lento.

De la luz que entra al alma por los ojos
los párpados velaban el reflejo;
mas otra luz el mundo de visiones
alumbraba por dentro.

En este punto resonó en mi oído
un rumor semejante al que en el templo
vaga confuso, al terminar los fieles
con un amén sus rezos.

Y oí como una voz delgada y triste
que por mi nombre me llamo a lo lejos,
y sentí olor de cirios apagados,
de humedad y de incienso.

Entró la noche, y del olvido en brazos
caí, cual piedra, en su profundo seno:
dormí, y al despertar exclamé: “¡alguno
que yo quería ha muerto!”
GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

Un día como el pasado 4 de abril, pero en 1968 murió de un disparo Martin Luther King. Fue un luchador nato por la defensa de los derechos de la población negra, pero no usó la violencia para perseguir estos sueños de libertad. Esta actitud le hizo merecedor del Premio Nobel de la Paz en 1964. Y aunque consiguió que se abolieran algunas leyes discriminatorias, a su muerte la igualdad no era una realidad. Fueron otros, inspirados por él, lo que siguieron con su trabajo para ver cumplido su sueño, su proyecto de igualdad entre razas. Cuarenta y un años después de la muerte de Martin Luther King, por primera vez en la historia, Estados Unidos tiene un presidente negro. “Soy el hijo de un hombre negro de Kenia y una mujer blanca de Kansas”, dijo Barack Obama
El más famoso discurso de Luther King fue "I Have a Dream (Yo tengo un sueño)" pronunciado enfrente del Monumento a Lincoln durante una marcha por el Trabajo y la Libertad en 1963.


“No nos hundamos en el valle de la desesperación. Aun así, aunque vemos delante las dificultades de hoy y mañana, amigos míos, os digo hoy: todavía tengo un sueño.{...}
Tengo un sueño: que un día todo valle será alzado y toda colina y montaña será bajada, los lugares escarpados se harán llanos y los lugares tortuosos se enderezarán y la gloria del Señor se mostrará y toda la carne juntamente la verá.”

El grupo irlandés U2 (podéis verlo en Barcelona el próximo 2 de julio), gran admirador de Martin Luther King, escribió la canción Pride (in the name of love), dedicada al soñador.



Huellas de esclavitud cuelgan del ábside de la iglesia de San Juan de los Reyes en Toledo. Son cadenas de los cautivos cristianos rescatados de las batallas de Málaga y Almería y que ellos mismos trasladaron hasta aquí.


El Monasterio de San Juan de los Reyes, de estilo gótico isabelino, fue construido por encargo de los Reyes Católicos (los que soñaron con la unificación territorial) para conmemorar la batalla de Toro. Tenía por fin sepultar los restos mortales de la reina y los de su esposo. En una vista exterior se puede contemplar el esbelto cimborrio, gran cápsula geométrica con forma octogonal que coronaría el monumental mausoleo. Este cimborrio, comenzado por el arquitecto Juan Guas continuado a su muerte por Simón de Colonia, y terminado por los hermanos Enrique y Antón Egas, estaba concebido como un cuerpo de luces. Sin embargo presenta sus ventanales cegados, en teoría como medida de seguridad arquitectónica, y sólo en dos de ellos hay abiertas dos pequeñas ventanas. Estudios recientes han demostrado la estabilidad de la estructura con estos ventanales abiertos, tal y como estaban establecidos en el proyecto original de Juan Guas.



No es justo, es inexplicable y cuesta creer que un maravilloso sueño se rompa y que peligre su genial destino. Pero los que conocieron de este sueño están, casi sin saberlo, involucrados en él. Sus vidas han cambiado, el recuerdo mantiene vivo el sueño y pueden aplicar el consejo de Paulo Coelho: “Nunca desistas de un sueño. Sólo trata de ver las señales que te lleven a él. “

miércoles, 1 de abril de 2009

Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñes. José Ortega y Gasset

Después de acabar una carrera, además de tener un título que te permite acceder al mundo laboral, acumulas miles de clases, cientos de exámenes y decenas de profesores. Profesores de todo tipo: hay sabios que no enseñan y otros que saben muy poco, algunos son meros charlatanes y otros lectores de libro. La mayoría de ellos con una característica común: son aburridos. Pero no todos. El mejor profesor que he tenido, en veinte años como alumno, no estaba en la universidad ni en el instituto. Impartía lengua y literatura en los últimos tres años de EGB, y si posteriormente hubiera tenido alguno más como él quizás me hubiera decantado por las letras en lugar de por las ciencias. Aparentemente era igual al resto, preguntaba en los exámenes lo enseñado en las clases para poner la nota. Y nosotros le pusimos, como al resto, su sobrenombre (aunque el no viera los cuernos). La diferencia es que, además de enseñar, me hizo entender la literatura. Su método, cartesiano cómo descubrí años más tarde, era el de análisis-síntesis por el que primero se dividía todo el texto en partes para entenderlo y luego se unía lo entendido para formar otra vez un todo, pero un todo personal. Fue así como comencé a entender la poesía.

Un día como ayer, 31 de marzo, pero en 1596, nacía René Descartes, filósofo y matemático francés. Recibió de los jesuitas una sólida formación en la cultura clásica y filosofía, para después estudiar derecho en la Universidad. Destacó como filósofo, siendo considerado uno de los padres de la Filosofía moderna, gracias sobre todo a su discurso del método “para dirigir bien la razón y hallar la verdad en las ciencias”, que era en realidad el prólogo a tres ensayos científicos. Discurso, y no Tratado, para poner de manifiesto que no tenía intención de enseñar, sino sólo de hablar. Los preceptos de este método son:
- La evidencia (o duda metódica): No admitir nunca algo como verdadero, si no consta con evidencia que lo es.
- El análisis: Dividir las dificultades que tengamos en tantas partes como sea preciso, para solucionarlas mejor.
- La síntesis: Establecer un orden de nuestros pensamientos apoyándonos en la solución de las cuestiones más simples hasta resolver los problemas más complejos a nuestro alcance.
- El control: Hacer siempre revisiones amplias para estar seguros de no haber omitido nada.
Su frase: “Pienso luego existo” citada muchas veces en su versión latina: “cogito ergo sum”, es el resumen de su filosofía.

En Toledo no existe facultad de filosofía, aunque si se imparten diversas asignaturas de esta materia dentro de la Licenciatura de Humanidades, perteneciente a la Universidad de Castilla-La Mancha. El campus de esta Universidad se reparte por todo Toledo, ocupando varios edificios emblemáticos rehabilitados. El único levantado con un fin educativo es “la Universidad o Palacio de Lorenzana”, actual sede del Vicerrectorado. Fue construido a finales del siglo XVIII por iniciativa del cardenal Lorenzana. De planta rectangular, el poco espacio obligó a una ingeniosa solución de construir una doble escalinata pegada a la fachada para hacer una entrada digna desde el primer piso. Las fábricas exteriores de su fachada principal son de granito y ladrillo visto. En ésta se abre una portada de cinco vanos que se sustentan sobre columnas jónicas. A los lados, ocupando dos nichos, se encuentran sendas alegorías de las ciencias, labradas en piedra de Colmenar. Sobre el eje del pórtico se observa el escudo del cardenal Lorenzana, sostenido por dos ángeles tocando el clarín de la fama. El patio, de gran monumentalidad con sus columnas graníticas, es otro de los aspectos más imponentes del edificio.



Actualmente el mundo universitario se encuentra bastante revuelto por la entrada el año que viene en el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), denominado proceso de Bolonia. Entre sus objetivos está promover la compatibilidad de las titulaciones y la movilidad de los estudiantes, facilitando su inserción en el mercado laboral europeo. La Declaración de Bolonia fue firmada por los ministros de educación de los socios de la Unión Europea en 1999. Y desde entonces los estados y las universidades debían trabajar para ajustar sus sistemas educativos para conseguir estos objetivos. El pasado mes de febrero se publicaron las órdenes que se establecen los requisitos de los nuevos títulos universitarios. Bolonia prevé que el sistema universitario esté compuesto por tres niveles: Grado, Master y Doctorado. En general, todas las carreras tendrán una formación inicial denominada Grado de 240 créditos, equivalentes en España a cuatro años, quedando los Master establecidos en uno o dos años. Y a partir de aquí vienen las diferencias entre las diferentes licenciaturas y diplomaturas. Algunos se desmarcaron de Bolonia intentando mantenerse como estaban (¿ajustes de sistemas educativos a mi?) Así se aprobó una directiva para que la carrera de Arquitectura se siguiera cursando en cinco años y la de Medicina, en seis. Otros intentaron ajustarse a Bolonia pero sin perder sus competencias, con acuerdos como el alcanzado por todos los Colegios Profesionales de las Ingenierías de ciclo corto y de ciclo largo, pasando los primeros a ser títulos de Grado y los segundos de Grado más Master. Y otros parece que pueden dejar de tener título de Grado o Master con Bolonia al no ser profesiones reguladas, como los ingenieros técnicos y superiores de informática, aunque se sigan impartiendo sus estudios.

La universidad debe proporcionar al estudiante todos los conocimientos necesarios para salir preparado a la vida profesional, conocimientos a los que pueden llegarse con algún método como el de Descartes. De todas formas no todo se aprende en la universidad, como bien sabía el mejor profesor que he tenido nunca: "En la escuela se enseña la vida, pero también hay que aprender de la vida." Miguel Sánchez Miguel.