miércoles, 1 de abril de 2009

Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñes. José Ortega y Gasset

Después de acabar una carrera, además de tener un título que te permite acceder al mundo laboral, acumulas miles de clases, cientos de exámenes y decenas de profesores. Profesores de todo tipo: hay sabios que no enseñan y otros que saben muy poco, algunos son meros charlatanes y otros lectores de libro. La mayoría de ellos con una característica común: son aburridos. Pero no todos. El mejor profesor que he tenido, en veinte años como alumno, no estaba en la universidad ni en el instituto. Impartía lengua y literatura en los últimos tres años de EGB, y si posteriormente hubiera tenido alguno más como él quizás me hubiera decantado por las letras en lugar de por las ciencias. Aparentemente era igual al resto, preguntaba en los exámenes lo enseñado en las clases para poner la nota. Y nosotros le pusimos, como al resto, su sobrenombre (aunque el no viera los cuernos). La diferencia es que, además de enseñar, me hizo entender la literatura. Su método, cartesiano cómo descubrí años más tarde, era el de análisis-síntesis por el que primero se dividía todo el texto en partes para entenderlo y luego se unía lo entendido para formar otra vez un todo, pero un todo personal. Fue así como comencé a entender la poesía.

Un día como ayer, 31 de marzo, pero en 1596, nacía René Descartes, filósofo y matemático francés. Recibió de los jesuitas una sólida formación en la cultura clásica y filosofía, para después estudiar derecho en la Universidad. Destacó como filósofo, siendo considerado uno de los padres de la Filosofía moderna, gracias sobre todo a su discurso del método “para dirigir bien la razón y hallar la verdad en las ciencias”, que era en realidad el prólogo a tres ensayos científicos. Discurso, y no Tratado, para poner de manifiesto que no tenía intención de enseñar, sino sólo de hablar. Los preceptos de este método son:
- La evidencia (o duda metódica): No admitir nunca algo como verdadero, si no consta con evidencia que lo es.
- El análisis: Dividir las dificultades que tengamos en tantas partes como sea preciso, para solucionarlas mejor.
- La síntesis: Establecer un orden de nuestros pensamientos apoyándonos en la solución de las cuestiones más simples hasta resolver los problemas más complejos a nuestro alcance.
- El control: Hacer siempre revisiones amplias para estar seguros de no haber omitido nada.
Su frase: “Pienso luego existo” citada muchas veces en su versión latina: “cogito ergo sum”, es el resumen de su filosofía.

En Toledo no existe facultad de filosofía, aunque si se imparten diversas asignaturas de esta materia dentro de la Licenciatura de Humanidades, perteneciente a la Universidad de Castilla-La Mancha. El campus de esta Universidad se reparte por todo Toledo, ocupando varios edificios emblemáticos rehabilitados. El único levantado con un fin educativo es “la Universidad o Palacio de Lorenzana”, actual sede del Vicerrectorado. Fue construido a finales del siglo XVIII por iniciativa del cardenal Lorenzana. De planta rectangular, el poco espacio obligó a una ingeniosa solución de construir una doble escalinata pegada a la fachada para hacer una entrada digna desde el primer piso. Las fábricas exteriores de su fachada principal son de granito y ladrillo visto. En ésta se abre una portada de cinco vanos que se sustentan sobre columnas jónicas. A los lados, ocupando dos nichos, se encuentran sendas alegorías de las ciencias, labradas en piedra de Colmenar. Sobre el eje del pórtico se observa el escudo del cardenal Lorenzana, sostenido por dos ángeles tocando el clarín de la fama. El patio, de gran monumentalidad con sus columnas graníticas, es otro de los aspectos más imponentes del edificio.



Actualmente el mundo universitario se encuentra bastante revuelto por la entrada el año que viene en el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), denominado proceso de Bolonia. Entre sus objetivos está promover la compatibilidad de las titulaciones y la movilidad de los estudiantes, facilitando su inserción en el mercado laboral europeo. La Declaración de Bolonia fue firmada por los ministros de educación de los socios de la Unión Europea en 1999. Y desde entonces los estados y las universidades debían trabajar para ajustar sus sistemas educativos para conseguir estos objetivos. El pasado mes de febrero se publicaron las órdenes que se establecen los requisitos de los nuevos títulos universitarios. Bolonia prevé que el sistema universitario esté compuesto por tres niveles: Grado, Master y Doctorado. En general, todas las carreras tendrán una formación inicial denominada Grado de 240 créditos, equivalentes en España a cuatro años, quedando los Master establecidos en uno o dos años. Y a partir de aquí vienen las diferencias entre las diferentes licenciaturas y diplomaturas. Algunos se desmarcaron de Bolonia intentando mantenerse como estaban (¿ajustes de sistemas educativos a mi?) Así se aprobó una directiva para que la carrera de Arquitectura se siguiera cursando en cinco años y la de Medicina, en seis. Otros intentaron ajustarse a Bolonia pero sin perder sus competencias, con acuerdos como el alcanzado por todos los Colegios Profesionales de las Ingenierías de ciclo corto y de ciclo largo, pasando los primeros a ser títulos de Grado y los segundos de Grado más Master. Y otros parece que pueden dejar de tener título de Grado o Master con Bolonia al no ser profesiones reguladas, como los ingenieros técnicos y superiores de informática, aunque se sigan impartiendo sus estudios.

La universidad debe proporcionar al estudiante todos los conocimientos necesarios para salir preparado a la vida profesional, conocimientos a los que pueden llegarse con algún método como el de Descartes. De todas formas no todo se aprende en la universidad, como bien sabía el mejor profesor que he tenido nunca: "En la escuela se enseña la vida, pero también hay que aprender de la vida." Miguel Sánchez Miguel.

1 comentario:

  1. ¿cientos de exámenes en la universidad? no seré yo....
    A lo que voy. No creo que Don Miguel (recuerdo que en nuestra generación fue cuando empezó a llamarse a los profesores nuevos sin el "don" pero y como hoy, años despues, cuando hablo con Don Benito, todavía me cuesta llamarle simplemente "Benito"..) lo dicho, que no creo que Don Miguel fuera el mejor profesor del mundo... Sin embargo tenía (como algunos otros) una cualidad que (con excepciones) se ha perdido... interés por sus alumnos...
    Podría contar mil anécdotas de Don Miguel pero sólo recordaré una que quizá marcó mi carrera profesional y, por qué no, mi gusto por exagerar: un día mandó una redacción... su título era "describe a tu profesor". Se me fue la mano: lo puse de iracundo y desquiciado, con algunas frases, que todavía recuerdo, como "sus labios agrietados que parecían abrojos" o "ojos de sanguinas pupilas que arrojan fuego"... Me puso sobresaliente y, al entregarme la nota, acto seguido, me soltó una hostieja diciéndome "yo no soy tan feo".
    Un detalle, sus apuntes, ¡¡¡¡ ESCRITOS A MANO POR ÉL MISMO Y FOTOCOPIADOS EN UNA MULTICOPISTA ¡¡¡¡ me sirvieron para aprobar varias asignaturas de carrera.
    Se que no es cartesiano ni racional pensar que Don Miguel esté ahora mismo leyendo esto... pero, a mi también me gustaría darle las gracias.
    Sit tibi terra levis

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